Ahora la boca te sabe a beso y quieres darlo,
que te lo rebañen del alma en lo alto de la mente
alrededor del interior de todo tu cosmos sonrosado.
Llegar con sabor a beso a la reunión de aburrimiento,
hablar con la boca derramando invisibles pétalos
que atrapan a las ya no aburridas palabras reunidas.
Vivir entre beso y beso las animalidades humanas,
repostar en nosequién, depositar en nosecuál, beber
rostros despavoridos en la intermitente edad del pavor.
Cuando la boca caza un beso y lo digiere el vientre,
busca y tira de ti como un perro en todas las caras
donde lanza su red de humo rosa, azulado e invisible.
Si tiene mucha hambre, relame el espejo del ascensor,
hace amistades imperdonables, tu boca habla por ti
cuando quiere a toda costa su cesta de néctares.
Hasta los curas curan su carencia cara a cara,
cada jeiter ha de callar para abrir la boca y amar,
sin besos ni hay salvación ni la vamos a sólo mirar.
Lo poco que nos quedaba de lo que hacemos en sueños,
agoniza bajo una mascarilla a dos metros de distancia
y de estar a un peceerrre de husmearte la garganta.
Lo demás ya agonizaba bajo la ropa, las normas, las formas,
tendrá que ser en secreto que nos comamos a la gente,
pronto nos esconderemos para pensar en voz muy baja.
Si ahora la boca te sabe a beso y no tienes a quién darlo,
y toda tu mascarilla guarda amaneceres en mayo,
solamente puedes esperar, desobedecer u olvidarlo.
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