martes, 14 de mayo de 2013

Poema en construcción I


I




Los locos

queríamos ser sinceros.

Abríamos todo

para que entrase todo.

Lo dábamos todo.



Soy domador de dragones,

ya no me enfrento a la cordura,

sigo abierto,

estoy loco, no me importa.



Los domadores de dragones

somos como éramos,

somos niños. Estamos bien.



Domamos dragoncitos

para que nos quemen un poco.



II




He tenido ante mi pequeño látigo

al dragón más grande del mundo.



Yo estaba loco y el dragón me curó.

Me quedé con el dragón para siempre.

Me domó.



La cordura me aplastó sin pestañear.

Morí durante unos días

cuando el dragón perdió parte de su fuego.



III




No pienses nada, gilipollas.

Espera, ten paciencia.

Tu dragón volverá lleno de fuego.



Y me quedé echo una puta mierda.

Comencé a escribir poemas.



Para sentir a mi dragón, lo escribía.



Era el dragón más grande del mundo,

pero era un dragón pequeño,

era verde, con espinas rojas, precioso.



Rugía y me mordía,

me daba placer,

me enseñaba mi fuego,

era perfecto para mi locura.



IV




Los locos esperamos estar solos.

Amamos con inocencia a miles de elementos.

La soledad es el camino

para cualquier domador de dragones o mariposas.



Los poemas que construí

los hice de una forma muy extraña:

primero hice este mismo

sabiendo de la existencia de los demás.

Luego iba a hacerlos.



V




Mientras, mi dragón sobrevolaba Madrid

con ojos rojos.

Soltaba su fuego nuevo

y crecía.



El dragón volaba hacia mí,

yo no lo sabía,

en ese momento la cordura me cegó.



¿Por qué no me hice ninguna pregunta

en ninguno de mis poemas?



Lo sabía todo.

Sentía su fuego apagarse,

su luz azul era verde,

estaba triste y triste.



Yo sabía por qué,

pero la cordura me materializó,

convirtió mi percepción bonita de loco

en una puta forma común, compleja y retrógrada.



VI




Fui a buscar a mi dragoncito

lejos de donde estaba,

lo cual nos alejó bastante.



Es un dragón loco,

domador de domadores.

Desconoce la cordura y es feliz.



Sé que encontraré a mi dragón

allí donde lo vi por primera vez.

Es el paradigma de mi locura

mi compañero domador, mi fuego.



VII




(Poema en construcción)

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