La
NASA no explica por qué me siento entre planetas
cuando
mi mente se conecta con la ajena,
tampoco lo niega
cuando penetra al cosmos
con el cohete cada
vez más grande.
Dile
a la NASA que yo hago lo mismo que ella,
pero con el cohete
cada vez más elegante
con su ruta alrededor
de las mentes mías.
La
NASA no envía astronautas a mi microbiología
en busca de los
misterios que me estrellan,
no
me investiga, aunque sea extraterrestre
y entienda que lo más
lejano sea diminuto.
No
le digas a la NASA que nada comienza,
me
gusta el cuento y me lo creo como buen cualquiera,
sólo
pídeles la fórmula contra agujeros negros
del tamaño de un
nudo en diferentes vísceras humanas.
La
NASA quedará perpleja al oír tal cosa,
mejor no digas nada,
¡tan siquiera sé si te conozco!,
o
si tengo confianza para pedirte que le digas a la NASA nada.
En
todo caso, la NASA no analiza la risa entre tú y yo,
ni que contigo me
sienta entre planetas, aún sin familiaridad.
No, no le digas nada,
pero dime tú, cuando tengas ocasión,
qué
harías al respecto si fueras la NASA.
La
NASA quita mucho tiempo, yo buscaría mi trabajo.
Sería cualquiera de
las cosas que puedo ser a veces.
¿Qué
crees que haría una galaxia?, si es que eres la NASA.
Si
no, ¿qué harías tú si fueras trillones de kilómetros de astros?
Ya
me contarás. Mientras, la NASA a lo suyo,
haciendo
lo mismo que yo, lanzando mensajes al éter,
metiendo cohetes en
cosmos misteriosos,
en busca de lo más
inmenso al fondo de los átomos.
(Poema incluido en el libro "Acomodado en la rebeldía" publicado en 2019 por Noviembre Poesía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario