SIEMPRE
UNA GUITARRA SIEMPRE
Siempre he querido
tener siempre una guitarra siempre,
todo el tiempo la
guitarra cuando soy el humano estallando
lentamente en un muy
lento movimiento de materia lenta,
cuando
no soy el reflejo de eso en unos ojos esperándome.
Siempre he tenido una
guitarra, pero no siempre un siempre.
Ahora, por ejemplo,
escribo con timidez estos versos largos
mientras me
desacomodo para desenroscarme sin prosa
y hacerle a la
guitarra lo que hizo Neruda con la primavera.
Siempre
una guitarra siempre he sido siempre una guitarra,
pero no siempre he
sido siempre, sí cuando soy bicicleta,
por ejemplo, bajando
cuesta arriba sin darme cuenta,
no cuando rimo
bobadas que riman de aquella manera.
Siempre
que tengo a la guitarra trabajando es siempre,
el tiempo se
convierte en un lugar donde depositarme
con
forma sin olor sin color sin materia con tiempo
donde componer piezas
que siempre sean siempre.
Siempre he querido
tener siempre una guitarra siempre,
decía,
pero no siempre recuerdo que la tengo y que la soy,
a veces, como ahora,
soy la guitarra sin guitarrista
mirándome desde la
cama como a un muñeco.
Siempre he tenido una
guitarra, pero no siempre un siempre.
Ahora, por ejemplo,
hablo de las ilusiones mal iluminadas
sin
que me distraigan los acogedores soles de la música
bajo los que paso las
horas bronceando melodías tristes.
Siempre
que la guitarra me tiene trabajando es siempre,
aunque soy rebelde
hasta con la idea de la rebeldía
y
sólo desenfundo mi catana sin peligro para las exhibiciones,
me acomodo sin
canciones, pero siempre tengo una guitarra siempre.
(Poema incluido en el libro "Acomodado en la rebeldía" publicado en 2019 por Noviembre Poesía)
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