Cuando invento cosas que ya
existen
me siento parte de la humanidad.
El cedé y la cuarta dimensión
han salido también de esta
cabecita
como ramas humanas que emergen
en el misterioso campo de las
mentes.
Ojalá todo lo que inventara ya
existiera,
porque estoy inventando no sólo
la paz,
sino existir por diversión,
divertirse, divertir.
Comer entre medias y dormir y
joder
divirtiéndonos como cerdos, como
dioses,
no como humanos que ganan tedio
y olvidan la vacación de la
razón perdida
en el aspaviento de la violencia
del pastor.
Estoy inventando la diversión,
en serio.
Si es divertido, lo compro o lo
invento.
Incómodo en todas partes,
siempre encuentro
un pájaro que habla, una luz que
colorea,
siempre un frío para mí en el
fuego.
Yo sé cómo salvar el mundo
y de qué y por qué y el porqué
y sé qué es el mundo y me sé a
mí.
Salvémonos todos juntos aquí,
donde las cosas están claras, es
decir,
las nebulosas están definidas,
es sentir,
ahora hay que saberse sin
conocimiento,
ser la sencillez necesaria para
parar la paz
y comenzar la diversión de
salvarnos a la vez
en el negocio de la felicidad
global espontánea
que quiero proponer al mundo, sea
lo que sea.
Yo sé qué es el mundo, pero
nadie más lo sabe
sobre todo, los que decimos que
lo sabemos,
no en mi caso, que pretendo
contarlo sin decirlo
porque lo he imaginado sin
palabras.
Encontraríamos la forma
si el mundo fuera como es,
pues lo han cambiado.
Esa es otra, ahora prometo
proponer
el egoísmo de querer ver feliz a
todo ser,
de cuidar a todo esclavo de sí
mismo,
de no ser el centro, sino el
mundo,
el egoísmo de ser todos los
demás,
cuidarme como cuidaría a quien
no fuera yo,
quererme con todo el amor que
puedo dar.
Porque hacemos viceversa, pero
esa es otra.
Yo sé cómo salvar el mundo
y de qué y por qué y el porqué
y sé qué es el mundo y me sé a
mí.
Salvaremos el mundo
divirtiéndonos,
lo salvaremos de nosotros, que
parecemos otros,
lo haremos para pasarlo bien
curioseando el cosmos,
porque somos todo misterio hasta
en lo microscópico.
Yo sé qué es el mundo, por
decirlo de algún modo,
sé que yo soy este mensaje que
egoístamente expongo.
Allá donde voy intento mi mundo
con todos,
los hay más monos que otros, los
hay extraterrestres,
todos tenemos un poco de todo y
de dioses y de orcos,
intento mi mundo con todos los
que soy, casi todos,
hay pocos que no me produzcan
ternura hacia mí.
Lo hago gratis y gano mundo
alrededor,
no mucho, lo justo para no estar
asustado,
para llegar a fin de luna con el
espíritu entero,
por eso propongo que cambiemos a
la vez,
que volvamos a ser como cuando
vimos el mundo
por primera vez, antes de
aprender el abuso,
para que funcione tiene que ser
juntos.
Da igual, quizá sea ambicioso y
osado mi sueño,
pero tú y yo podemos empezar
aquí,
llevamos un rato ya en el mundo
ideal:
quedémonos aquí hasta que
podamos,
metamos a más gente, ¡que se
sepa!,
se acabó el aburrimiento y la
esclavitud,
inimaginable hacer algo que no
sea divertido.
¡Venga, todos a limpiar la
cloaca con tecnología punta!
Y con una sonrisa, sí, una
sonrisa de placer profundo
cuando ves la cloaca limpia como
debería estar la mente,
esa mente que carcajea de
incredulidad ante su salvación.
¿Te imaginas libre de esa mierda
de pensamientos sombríos?
Sí, querida realidad, no eres
buena ni mala, sino inescrutable.
El optimista está tan equivocado
como tú, pero se divierte.
Me hablo de tú cuando no soy el
mundo que quiero ser,
hablo de usted a los que ni les
viene ni les va,
y a ti me llamo yo porque ya
somos el mundo.
Entonces qué, nos quedamos aquí,
traemos a más gente y
hacemos el mundo.
(Poema incluido en el libro "Acomodado en la rebeldía" publicado en 2019 por Noviembre Poesía)
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